
San pablo, perseguidor de la primitiva iglesia, se convirtió en todos los sentidos al Señor. Dió su vida por enseñar y llevar el evangélio de Jesús de Nazaret, por todo el mundo conocido en el siglo I. Vivió encarcelamiento, naufragios, peleas, persecución, puede que incluso estigmas y una muerte a espada. ¿Se rindió?. No. Él decía" hay de mi si no evangelizo, más me valiera colgarme una piedra al cuello y echarme al mar", o " he corrido mi carrera y he llegado a la meta". Lo tenía muy claro. Fué lo que quiso ser, hasta las últimas consecuencias. Creer es vivir en plenitud.